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Los 3 principios del gesto según Charles Darwin

abril 6, 2012

El estudio de la expresión no-verbal de las emociones está siendo un tema de reciente investigación. Sin embargo, durante la historia poco o nada fue el tiempo invertido en el estudio de la comunicación no-verbal.

Darwin, años después de formular su rompedora teoría de la evolución, dedicó una gran parte de su vida a la observación de la expresión emocional tanto en humanos como animales. Con ello defendió que no existe un abismo tan grande entre las diferentes formas de vida animal (incluyendo a los humanos).

En la época de Darwin, poco se sabía acerca del cerebro, por lo que la investigación acerca de las emociones se reducía únicamente a observar la expresión de éstas. El uso por parte de Darwin de la esta vía para estudiar de forma sistemática la expresión emocional dio como resultado la obra: “The expression of emotions in man and animals (1872)”

Tal obra es un intento más, no sólo de estudiar alguna faceta biológica, sino también, como he apuntado más arriba, de reducir el gran abismo que existía entre el ser humano y los animales. Con esta idea sir. Charles Bell en 1806 había escrito una obra en la que defendía que sólo los seres humanos han recibido la capacidad de sentir emociones y expresarlas. Defendía tal tesis sustentándose en la riqueza muscular que poseía el ser humano en la cara la cual le permite configurar centenares de expresiones distintas. Es cierto que mucho se ha hablado sobre la complejidad facial del ser humano respecto a los animales; sin embargo, como podemos deducir de las observaciones de Darwin, los animales utilizan movimientos complejos en los que están implicados todo el cuerpo para presentar emociones.

Durante toda la obra Darwin demuestra todo lo contrario a las ideas de Charles Bell. Durante la primera parte del libro, podemos encontrar diversas descripciones de las expresiones emocionales tanto de animales domésticos como exóticos. En la segunda parte, encontramos la misma metodología observacional centrada en el hombre y en su complejidad emocional.

Todavía tales observaciones son tenidas en cuenta a día de hoy.

Otra de las ideas rompedoras que podemos encontrar en esta obra es la explicación biologicista, universal e innata de la expresión de las emociones. Los antropologos culturales y psicólogos conductistas de mediados del siglo XX trataban de reducir todo a cuestiones culturales. Defendían, pues, que no había nada congénito en la conducta humana y que poblaciones distintas expresaban las emociones de forma distinta. Finalmente, la acumulación de observaciones han dado la razón a Darwin, quien en este libro ya describe observaciones que defienden lo congénito y universal de la expresión de las emociones humanas (dejando de lado los gestos convencionales que sabemos que son culturales).

Este libro prácticamente es una recopilación de observaciones que puede llegar a ser muy interesantes. Sin embargo, aquello que compone el núcleo fuerte son los 3 principios del gesto que Darwin describe al principio y que son sustentados por las observaciones que describe posteriormente. Tales principios son aún útiles como marco teórico para comprender la emoción a la luz de la evolución.

Y estos principios son los siguientes:

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1-Principio de los hábitos útiles asociados:

Bajo un estado de ánimo existen acciones que son útiles para aliviar o satisfacer ciertas necesidades o deseos. Siempre que se produzca ese estado de ánimo -incluso dándose débilmente- se tenderá a hacer los mismos movimientos -pese a no tener ya utilidad en las nuevas circunstancias- debido a la fuerza del hábito y la asociación.

Darwin da varios ejemplos para sustentar este principio. Por ejemplo, explica cómo los gatos, si se hallan confortablemente echados sobre una superficie blanda, tienden a golpear suavemente la superficie, alternando con las patas posteriores, con los dedos separados y las uñas extendidas. Este mismo movimiento lo hacen exactamente igual cuando maman de la madre en los primeros días. En la situación de mamar esta conducta tiene un sentido práctico ya que les facilita el acceso a la leche materna. No osbtante, en cualquier otra situación que lo realizan, ese sentido práctico no existe y pasa a tener un sentido expresivo. Por ello, al repetir esta conducta en situaciones no prácticas como cuando se les rasca el lomo, podemos deducir que este movimiento ha terminado siendo una expresión de placer. Una expresión emocional.

Por otro lado, los perros se rascan con un movimiento rápido de una de sus patas traseras. Cuando se les frota el lomo el hábito es tan fuerte que no pueden evitar rascar el aire o el suelo. Por lo que ese movimiento pasa a ser expresión de una emoción placentera, en este caso correspondiente al mundo canino. Darwin quiere demostrar que tal expresión emocional no difiere en esencia a las que hacemos los humanos con la cara para expresar placer, felicidad, tristeza o cualquier otra emoción. De hecho, actualmente existen hipótesis sobre la utilidad de las diferentes expresiones emocionales universales del ser humano y que hoy en día han perdido el sentido práctico, pero han conservado el sentido comunicativo.

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2-Principio de antítesis:

Siguiendo el primer principio, cuando se produce un estado de ánimo opuesto se da una tendencia involuntaria a realizar movimientos de forma contrapuesta (pese a no tener utilidad práctica). Por lo tanto, existiendo una expresión de felicidad, cuando se da un estado de ánimo opuesto (de tristeza), involuntariamente se realizará un movimiento físico opuesto al primero, creando otra expresión emocional (que puede no ser útil en esas circunstancias).

Por ejemplo, Darwin describe que cuando un perro se acerca de forma hostil observamos que camina erguido, tenso, con la cabeza alzada, la cola en disposición recta y rígida, pelo erizado especialmente en cuello y los ojos fijos y deja al descubierto los dientes caninos. Todos estos movimientos derivan de la intención del perro para atacar, de modo que existe una utilidad y es comprensible. Cuando el perro adopta una posición sumisa se echa  hacia abajo– en lugar de  caminar erguido- deshaciéndose en movimientos sinuosos, la cola se mantiene baja y se menea de un lado para otro, el pelo tiene aspecto liso, las orejas bajan, el hocico cuelga flácido sin mostrar los dientes y los ojos ya no parecen estar fijados. Esta forma de presentarse sumiso, como podemos ver, es contraria a la posición de hostilidad. Sin embargo, no tiene una utilidad práctica que no sea simplemente expresiva (en este caso, una expresión de sumisión).

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3-Principio de las acciones debidas a la constitución del sistema nervioso de manera totalmente independiente de la voluntad y también, hasta cierto punto, del hábito.

Cuando nuestros sentidos son fuertemente excitados se genera una fuerza nerviosa que produce efectos que reconocemos como expresiones emocionales. Un ejemplo es el temblor en los músculos que se da en los hombres y en algunos animales. Tal temblor muchas veces no es útil y en ocasiones es incluso un estorbo. Ello es producido por nuestro sistema nervioso. Es involuntario y, sin embargo, es expresivo. Pertenecen a esta categoría las expresiones como el enrojecimiento de la piel, el pelo erizado, las secreciones lacrimales, la sudoración… etcétera. Este principio es importante ya que su contenido es claramente de carácter biológico. La expresión de las emociones se da por mecanismos fisiológicos innatos que nada tienen que ver con la cultura.

Lo que tiene que ver muchas veces con la cultura, sin embargo, es el detonador de estas emociones. De tal manera, en nuestra cultura, puede hacernos enrojecer cosas que en otras no, e incluso puede variar los detonantes de una persona a otra, pero la expresión de la vergüenza es la misma a nivel fisiológico.

Para terminar, a modo de conclusión, decir que estos principios fundamentan, de una manera muy determinada, la expresión de las emociones. Pese a ser criticados por algunos teóricos son aún válidos al no poderse demostrar que no tienen fundamentación y al no encontrar observaciones relevantes que los nieguen. Pese a todo, la importancia de estos estudios acerca de la comunicación no-verbal de la emoción radica en ser de los primeros que se dan de forma sistemática y, por lo tanto, opino que no hay mejor forma de empezar a hablar de estos temas. Próximamente, en Rupcultura, podréis encontrar más información acerca de estos temas.

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Autor: Aitor Morillas

3 comentarios leave one →
  1. May 14, 2012 6:33 pm

    Enhorabuena por tu análisis de los estudios de Darwin recogidos en este libro que parece muy interesante. Un buen resumen que, en este caso, no disuade sino que anima a la lectura para ampliar más detalles de estas interesantes observaciones sobre los gestos y las emociones en los animales. Por lo que dices, el tal Charles Bell, en su obra de 1806 se mostraba como un «creacionista» y antropocéntrico. Parece mentira que después de 200 años en Estados Unidos siga la polémica entre «evolucionistas» partidarios de Darwin y estos «creacionistas» que aún mantienen que Dios creó al hombre como ser único y lo puso en el centro del Universo para dominar a los animales y el entorno. Es lo de siempre, la eterna lucha entre religión y ciencia.
    Solo en algo no estoy de acuerdo. El temblor es siempre útil desde el punto de vista biológico. El movimiento involuntario de los músculos está destinado a generar calor interior en el cuerpo y por tanto energía. Por eso no es sólo útil para calmar el frío sino que en situaciones de stress y agresividad forma parte de la respuesta que en medicina llamamos anticolinérgica (midriasis, taquicardia, hipertensión) que prepara al ser humano o al animal para agredir o defenderse de una agresión. Como emoción el temblor está relacionado con una situación de cólera o ira de la persona y también puede resultar útil porque cuando uno está colérico puede terminar a «hostias» con otra persona y para ello se necesita calor.
    Bueno, no me hagas mucho caso, esto último es poco científico.
    Lo repito, la entrada me ha animado a leer el libro.
    Saludos

  2. May 14, 2012 6:36 pm

    Por cierto, me olvidaba. El temblor también está relacionado con el miedo, pero a efectos prácticos es lo mismo que con la cólera. El final puede ser una agresión.

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